Democracia y Utopía
La democracia, en su concepto más elemental, es un sistema político de organización en el que el poder recae en el pueblo. En la actualidad, la mayoría de las democracias occidentales son representativas, es decir, el pueblo ejerce su poder eligiendo mediante sufragio a unos representantes, que son los que después toman las decisiones. Se podría decir que este es el concepto realista de democracia. Al otro lado está el concepto utópico: la democracia directa. Este modelo es el que encierra la verdadera esencia democrática, pues está basado en la toma directa de decisiones por parte de los ciudadanos reunidos en asamblea; es decir, el poder legislativo recae verdaderamente en el pueblo.
El modelo de democracia directa tiene sus ventajas e inconvenientes. Las ventajas están claras: verdadero ejercicio de poder por parte del pueblo, eliminación de cargos políticos representativos, extinción de la corrupción derivada de estos cargos –la corrupción no es específica de políticos, pero al ejercer éstos la voluntad del pueblo, el uso de viles medios para lograr intereses propios o ajenos se convierte en un agravio más importante-, etc. En cuanto a las objeciones, la principal es que se requeriría la dedicación casi plena de los ciudadanos a la política; aunque por otra parte, no cabe duda de que hacer compatible la vida pública y política es una meta humana, si entendemos la política como el arte que busca el bienestar, la prosperidad y la convivencia pacífica entre humanos.
Sin duda alguna, para llevar a cabo este tipo de democracia, haría falta un ingrediente elemental: una ciudadanía preocupada e interesada en los problemas sociales y políticos. Algo que en la actualidad está lejos de conseguirse, y que requeriría de la existencia de un sistema educativo de calidad, que lograra que cada ciudadano conociera bien los derechos y deberes que tiene en relación con la sociedad en que vive, y que pudiera comprender y analizar correctamente todos los mensajes que dicha sociedad –a través del propio Estado o de los distintos medios de comunicación- le transmite. Ello haría posible que el ciudadano pudiera participar con conocimiento de causa en la vida política del país, y elegir adecuadamente, de acuerdo con una mentalidad bien formada, entre las opciones que se le plantean. Esto es otra utopía, pues cada vez nos alejamos más de este concepto de educación, y quizá lo hacemos porque interesa: un bajo nivel educativo implica una sociedad menos preparada, y que por lo tanto es más fácil de manejar.
En cuanto a la aplicación de este modelo de democracia, hay que indicar que es escasa. Apenas una decena de ciudades en todo el mundo ejercen este modelo -o ligeras variantes del mismo-. Suiza es el País que más presente lo tiene, no sólo porque en él estén las principales ciudades que ejercen la democracia directa, sino porque es un país acostumbrado a consultar a sus ciudadanos en Referéndum sobre las principales decisiones de Estado.
Para terminar, sólo apuntar que este modelo democrático recoge el mismo espíritu de aquellos que hace 2500 años inventaron la democracia: los Atenienses. En la antigua Atenas, sus ciudadanos eran “seres políticos” que debatían en Asambleas las cuestiones que les afectaban en su vida. Tal era su confianza en la igualdad y en la capacidad de todos para ejercer la política, que elegían mediante sorteo los principales cargos políticos. Esta historia que siempre nos cuentan sobre los Griegos y su gran democracia, es cierta, pero hay que apuntar que tiene “truco”, ya que los Atenienses podían debatir y pasarse la vida en las asambleas, porque tenían esclavos. De todas formas, han pasado muchos años de esto, y no cabe duda de que esta democracia directa que aquí presento, es una utopía; pero no por ello es una locura o una ensoñación inalcanzable, todo lo contrario, las utopías son verdades prematuras que un buen día maduran, y es entonces cuando se ponen al servicio del Ser Humano.
por "Rodión Románovich Raskólnikov"
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